Los 10 grandes estereotipos de la publicidad
El discurso publicitario está
repleto de caminos congruentes, estereotipos y mentiras-verdaderas
que se repiten y repiten desde hace décadas y en todos los países. En resumen son 10
lugares comunes en las que caen los spots, desde la simplificación
inofensiva, hasta el límite con el engaño.
Para describir esta realidad,
las 10
de las mentiras verdaderas más habituales de la publicidad son:
Ø Los hombres recién afeitados son más atractivos.
Ø La reluce con una sola pasada de la esponja con
detergente. Una esponja que limpia mágicamente no es, desde
este punto de vista, un mensaje engañoso. No lo es porque ni la publicidad
promete fácticamente ese resultado ni la gente lo cree.
Ø Los jabones en polvo de la competencia dejan la
ropa sucia. La humanidad, que ya tiene un siglo y medio de
publicidad encima, acepta un contrato de información irreal a cambio de que sea
entretenido y, por supuesto, no le falte el respeto en términos intelectuales o
morales.
Ø Las cervezas se toman sólo entre amigos y sub-35. Parecería que la gente de más de 50 años no
consume. Sobre la ausencia de jóvenes mujeres, tengo una teoría: Hay, en
promedio, 8 hombres cada 2 mujeres en los departamentos creativos de todo el
mundo. Las investigaciones indican que cerca de un 30 % del consumo de cerveza
corresponde a mujeres.
Ø Las salsas enlatadas son iguales (o mejores) que
las caseras. Aquí sí cruzaron un límite. Porque además, esta
falacia a veces está legitimada por algún cocinero de renombre, esos que sólo
con un sabroso cheque en el bolsillo de sus coquetos delantales se animarían a
rubricar una receta propia que incluya una conserva.
Ø Las tareas del hogar siempre las hacen las mujeres. Los encasillamientos de género remiten a roles que
en la sociedad están más flexibilizados que en la pantalla, el estereotipo se
utiliza para condensar en él una creencia asumida por la mayoría del público
que es destinatario de dicha comunicación.
Ø Los hombres se lavan el pelo sólo con champú
anticaspa. De nuevo el paradigma de 1950. ¡Atrasamos 62 años!
El día que se decidan a cambiar, venderán más y ganarán más dinero, reconoce
cierta sensación de status que: La pregunta si se puede vender un auto o una
cerveza con un comercial protagonizado por una mujer no debería ser sobre
posibilidades, sino sobre fines. El imperativo de la publicidad, además de
agradar, es el de obtener un resultado. Si aún se sigue haciendo, es porque
definitivamente eso funciona.
Ø Las mujeres no manejan. En un estudio nuestro, 3 de cada 10 mujeres ABC van
solas a comprar autos, si la publicidad
de autos sigue reforzando el prejuicio de que los hombres conducen mejor, hay
que revisar ese estereotipo.
Ø Las celebridades son consumidoras fanáticas de los
productos que promocionan. Los
personajes famosos aseguran que nos aconsejan tal producto porque piensan en
nuestro bienestar. ¡Ese es el estereotipo medieval del señor feudal preocupado
por los siervos!
Ø Todos los pañales
(o toallitas femeninas) son los más absorbentes. Una suerte de adenda de la mentira verdadera.
Decir que soy el mejor surge como un camino lógico a transitar a la hora de
vender un producto o servicio. Sin embargo, hay que entender que el
posicionamiento de una marca no se nutre sólo de la estrategia del liderazgo.
Si todos afirman su condición de insuperable, alguien nos está mintiendo.
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