viernes, 26 de septiembre de 2014

¿Existe la verdad periodística?


¿Existe la verdad periodística?


Un automóvil se ha despistado y ha chocado bruscamente con un poste y lamentablemente los dos pasajeros (piloto y copiloto) han fallecido en el impacto. El accidente ha sido presenciado por algunos testigos, de los cuales la mayoría afirman que “parece” que el vehículo iba con exceso de velocidad, perdió el control y choco.  Solo dos afirman que un imprudente transeúnte se le cruzo y al evitar pisarlo, perdió el control y sucedió el impacto. Llega la policía, y al intervenir el vehículo encuentran algunas botellas de licor en la parte de atrás, llegan los periodistas y tras su función recopilatoria de datos lanzan la noticia “Auto choca y derriba poste. Habría perdido el control del vehículo por exceso de velocidad, policía encontró botellas de licor en la parte de atrás”. Y esta sería la verdad y fin del caso.
La ciudadanía que recibe la noticia, con tan solo la recepción del lead noticioso, interpretará de inmediato “Se chocó a causa del alcohol”, y sin más. No importa que el informe no haya insinuado directamente ello, la recepción sensorial humana, capaz de codificar en conjunción rápida los mensajes interpretará ello, y al ser una información propia de la prensa, se considera verdad.
¿En realidad todo lo expuesto puedo ser calificado como verdad? Para entenderlo de manera más clara, es viable ejemplificar con una situación quizá atribuida como hipérbole para muchos.
Un día antes, las dos personas que estaban en el vehículo fueron de campo con algunos tragos y fue ahí que un roedor ingreso al vehículo. El día del accidente la aparición del animal asusto al piloto, quien mantenía una velocidad considerable que lo hizo perder el control, a su vez por casualidad pasaba por ahí un transeúnte trotando que no tuvo nada que ver con el accidente.
Una verdad quizá rescatadamente utópica. Nadie podía medir el exceso de velocidad del vehículo, nadie sabría de la presencia del roedor, entre otros detalles, la presunta verdad es creada por la prensa, no existente si hablamos de realidades. Tal como menciona el periodista español Germán Yanke: “La verdad no existe, mas sino el debate, la conversación, la confrontación para encontrar un punto de apoyo para la convivencia”. El punto de apoyo es la imposición informativa de la prensa.


En tu opinión ¿Existe la verdad periodística?

viernes, 12 de septiembre de 2014

setiembre

Los 10 grandes estereotipos de la publicidad

El discurso publicitario está repleto de caminos congruentes, estereotipos y mentiras-verdaderas que se repiten y repiten desde hace décadas y en todos los países. En resumen son  10 lugares comunes en las que caen los spots, desde la simplificación inofensiva, hasta el límite con el engaño.

Para describir esta realidad, las 10 de las mentiras verdaderas más habituales de la publicidad son:

Ø  Los hombres recién afeitados son más atractivos. 

Ø  La reluce con una sola pasada de la esponja con detergente. Una esponja que limpia mágicamente no es, desde este punto de vista, un mensaje engañoso. No lo es porque ni la publicidad promete fácticamente ese resultado ni la gente lo cree.



                                                                     

Ø  Los jabones en polvo de la competencia dejan la ropa sucia. La humanidad, que ya tiene un siglo y medio de publicidad encima, acepta un contrato de información irreal a cambio de que sea entretenido y, por supuesto, no le falte el respeto en términos intelectuales o morales.


                                                           
Ø  Las cervezas se toman sólo entre amigos y sub-35. Parecería que la gente de más de 50 años no consume. Sobre la ausencia de jóvenes mujeres, tengo una teoría: Hay, en promedio, 8 hombres cada 2 mujeres en los departamentos creativos de todo el mundo. Las investigaciones indican que cerca de un 30 % del consumo de cerveza corresponde a mujeres.

Ø  Las salsas enlatadas son iguales (o mejores) que las caseras. Aquí sí cruzaron un límite. Porque además, esta falacia a veces está legitimada por algún cocinero de renombre, esos que sólo con un sabroso cheque en el bolsillo de sus coquetos delantales se animarían a rubricar una receta propia que incluya una conserva.


Ø  Las tareas del hogar siempre las hacen las mujeres. Los encasillamientos de género remiten a roles que en la sociedad están más flexibilizados que en la pantalla, el estereotipo se utiliza para condensar en él una creencia asumida por la mayoría del público que es destinatario de dicha comunicación.

Ø  Los hombres se lavan el pelo sólo con champú anticaspa. De nuevo el paradigma de 1950. ¡Atrasamos 62 años! El día que se decidan a cambiar, venderán más y ganarán más dinero, reconoce cierta sensación de status que: La pregunta si se puede vender un auto o una cerveza con un comercial protagonizado por una mujer no debería ser sobre posibilidades, sino sobre fines. El imperativo de la publicidad, además de agradar, es el de obtener un resultado. Si aún se sigue haciendo, es porque definitivamente eso funciona.


                                                                  

Ø  Las mujeres no manejan. En un estudio nuestro, 3 de cada 10 mujeres ABC van solas a comprar autos,  si la publicidad de autos sigue reforzando el prejuicio de que los hombres conducen mejor, hay que revisar ese estereotipo.

Ø  Las celebridades son consumidoras fanáticas de los productos que promocionan. Los personajes famosos aseguran que nos aconsejan tal producto porque piensan en nuestro bienestar. ¡Ese es el estereotipo medieval del señor feudal preocupado por los siervos!


Ø  Todos los pañales (o toallitas femeninas) son los más absorbentes. Una suerte de adenda de la mentira verdadera. Decir que soy el mejor surge como un camino lógico a transitar a la hora de vender un producto o servicio. Sin embargo, hay que entender que el posicionamiento de una marca no se nutre sólo de la estrategia del liderazgo. Si todos afirman su condición de insuperable, alguien nos está mintiendo.

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